
No a los milicos gobernando a civiles, no a las acciones radicalizadas en política.
“Un soldado no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del Gobierno; es el defensor de su libertad”. Simón Bolívar. 02/01/1814
Volvieron los milicos y eso no es aceptable para quienes no estamos de acuerdo con el militarismo, el “milicianismo” o con cualquier verticalidad jerárquica parecida a la de los hombres en armas que se quiera imponer a la sociedad civil. Ninguna persona que crea en sus capacidades ciudadanas y sepa cuáles son sus responsabilidades con la civitas debe aceptar la imposición de la obediencia sin razón del mundo militar ni planes que tengan esta concepción que quieran ser aplicados a la población civil.
A Honduras volvieron los milicos y no hay justificación alguna para que estén allí. Lo que pasó en Honduras es un Golpe de Estado y no tiene otro nombre. Aunque indudablemente sí hay algunas causas que vale la pena nombrar sin juicios de valor o parcialización.
Es claro que en la mayor parte de Latinoamérica sucede un viraje político ¿hacia la izquierda? y que son muchos los intereses (cochinos unos pero otros no) que ese curso está desviando de su sino. Así mismo, también es claro que son muchísimas las personas que están apoyando esos procesos y que en gran parte de los países embarcados en el nuevo rumbo hacia ¿la izquierda? son mayoría.
No obstante también es claro que la democracia no es sólo el gobierno de las mayorías sino sobre todo el gobierno que respeta a las minorías. Y también que los sacudones políticos siempre van en detrimento del bienestar de la sociedad. Sirvan las sentencias que abren este párrafo para enmarcar lo que quiero mostrar a continuación en relación con lo sucedido en Honduras.
Por mucho que en los países donde se está tomando un rumbo hacia ¿la izquierda? algunos presidentes cuenten con la mayoría, eso no significa que puedan atropellar a los que no lo son. En Venezuela está pasando desde hace por lo menos siete años ese atropello sobre todo a los que no somos oposición ni oficialismo, quienes hemos sido los verdaderos excluidos políticos del periodo. Por tanto, no logro evitar hacer comparaciones con lo que sucede en Honduras.
Primero, en realidad no creo que los presidentes y políticos en general hagan movidas de participación de gran envergadura de manera “zanahoria y buena vaina”, especialmente así, para que no tengan repercusión alguna sobre la realidad política de sus países.
Creo que simple y llanamente ni Zelaya ni Micheleti estaban haciendo sus movidas por el bienestar del pueblo. Uno pudo haber hecho la consulta desde una institución aliada al gobierno y no desde el gobierno y sus recursos. Y el otro me imagino que hubiese podido prohibir la consulta hasta retirando la cuarta urna ya después de “instalada” (a la fuerza). En fin, desde mi punto de vista uno quiso instalarlas a la fuerza y el otro se las quitó a la fuerza.
Las actitudes reaccionarias y radicales en cualquier tipo de relación lo único que hacen es radicalizar aun más las posiciones extremas, sea esto en una relación de pareja o de grupos sociales que deban someterse a la convivencia.
Segundo, tengo una crítica a la O.E.A. Me parece que esta institución (y todos sus voceros) llegaron tarde al conflicto. Es decir, si ya sabían que las partes estaban actuando radicalmente, y si ya habían visto que en Venezuela (que es como el espejo donde revolucionarios y opositores de Latinoamérica deben mirarse) el gobierno y la oposición en 2002 habían atropellado al pueblo en distintas ocasiones, sólo por hacerse con el poder o más poder, me pregunto: ¿por qué la O.E.A. no le llama la atención a poderes ejecutivos que por “estar gobernando para las mayorías” desconocen o ignoran la voz de los demás actores políticos? ¿por qué no llama la atención de frente a opositores que manipulan y actúan fuera de la ley? ¿por qué esperar a que exploten las injusticias? La OEA, como la experiencia, siempre llega tarde.
No obstante es innegable la solidaridad que desde el mismo día del golpe están mostrando los representantes de todos los países del continente latino (luego reunidos extraordinariamente en la OEA), de E.E.U.U., de Caricom, entre otros. Es tan “palpable” la solidaridad mostrada, que el acto llena de esperanza el deseo que tenemos de vivir en un mundo donde los políticos se encarguen de ciertos problemas claves manteniendo sus diferencias pero empujando todos hacia el mismo lado. Creo que cuando todo esto pase y el pueblo hondureño vea cómo se comportó el mundo, se sentirán los más queridos de todos.
Lo que por cierto le carga una responsabilidad muy grande al presidente Zelaya, ya que debería corresponder tanto a su pueblo como a todos aquellos que estamos esperando que muestre su gratitud haciendo un gran papel democrático en los siete meses que le quedan de gobierno. Y también a todos los presentes en Managua, pues quisiéramos que como se comportan afuera lo hagan también dentro de sus países.
Tercero y hablando de presidentes, es ocasión de pedir al presidente Chávez que por favor controle su lengua. No sólo porque da un poco de piquiña escucharlo hablar en contra del golpe como si fuera un converso de esos evangélicos o un ex alcohólico. Pues habla como si nunca hubiese cometido un golpe al igual que los otros hablan como si nunca hubiesen cometido pecado o como si nunca se hubiesen tomado una copita. Sino también porque es el único de todos los “demócratas” allí presentes que suelta la palabra guerra cada vez que puede, y con ella tan sólo ayuda a los golpistas hondureños y por consiguiente dificulta la situación a quienes se quiere ayudar.
En Venezuela podríamos pedirle a la OEA que por favor averigüe sobre los minigolpes que se da a gobernadores y alcaldes de oposición por ejemplo, o sobre el hecho de posponer elecciones de un año para otro sin preguntar a la sociedad. O así mismo, se podría pedir que vigilen la actitud de quienes usan la libertad de expresión como un cheque en blanco. Es necesario que esta situación de Honduras y todas sus enseñanzas empiecen a aplicarse de ahora en adelante. Es necesario que no haya más golpes, pero también es necesario que se controlen las posibles causas que siempre están presentes para que los gorilas salgan de sus jaulas con sus actitudes extremistas.
Y la mejor forma de eliminar o disminuir esas causas es disminuyendo al máximo las desigualdades en el continente sin atropellar derechos políticos ni minorías por muy incómodos que sean. Aunque todos sabemos que para esto habría que combatir seriamente a la corrupción.
Cuarto, no puedo cerrar este escrito de críticas a diestra y siniestra sin referirme a Globovisión y Radio Caracas Internacional por un lado, y por el otro, a la oposición tradicional venezolana. Señores es un papelón gigante lo que están haciendo. Se ven y se oyen las maromas que están haciendo para dar lógica y coherencia a la versión constitucionalista y legítima de lo que pasó en Honduras. Qué pena amigos, lo peor es que no hay necesidad, claro que hay similitudes entre los mandones presidentes latinoamericanos. Claro que hay posibles relaciones y comparaciones, ¿cómo no?, pero eso no significa que por apoyar un partido o desear la salida de un presidente, una institución o una persona se exponga al ridículo de quedar como loco pero de manera consciente. Es decir, de hacerse el loco en público. Qué pena.
En fin, creo firmemente que además de disminuir las desigualdades sociales y la corrupción, debemos EXIGIR a los políticos y a cada uno de nuestros conciudadanos que eviten acciones políticas radicales pues por la volatilidad de pocos siempre terminan sufriendo los muchos. Ya basta de convulsiones políticas, por favor deseemos y exijamos que esa unión latinoamericana que estamos viendo por televisión se extienda a todos los ámbitos de nuestras sociedades. Aceptar y respetar la existencia de todos con sus diferencias y particularidades es la clave para la paz.